dimarts, 1 de gener del 2013

Declaración de principios


Nadie nos ha preguntado si nos gusta vivir entre tanta incertidumbre. Quizás es por eso que a veces aspiramos sin quererlo a la unidad, echamos de menos un logos vertebrador entre tanta dispersión. Pero tenemos que reconocer que no nos sentimos del todo incómodos en esta sensación de infinitud, de obra abierta e inacabada, de construcción permanente.

Intuimos que somos post-alguna-cosa. ¿Llevas gafas? A lo mejor eres un cyborg porque estás modificando tu percepción a través de una máquina. Y si tu abuelo lleva marcapasos no se lo digas a tus padres porque a lo mejor no lo entienden, pero no cabe duda, la tecnología se inscribe en su cuerpo para poder continuar viviendo... Cyborgs, "bípedos implumes", humanos deshumanizados, quién sabe. Lo que está claro es que se llevan las corrientes post-algo: postestructuralistas, postmaterialistas, postcoloniales... Porque de eso se trata al fin y al cabo, ¿no? En eso consiste la postmodernidad, en cuestionar la modernidad, sus sombras y fracasos, y ser la alternativa, lo que viene después. Aunque cuidado, hay quien afirma que la postmodernidad ha muerto, ¿dónde nos deja esto entonces?*

Si ser postmoderno ya era una tarea bastante compleja en la medida que suponía cuestionarlo todo, deconstruir las falacias de nuestro pensamiento dualista occidental, creer en el lenguaje como herramienta que constituye la realidad (linguistic turn), y reconocer nuestra incapacidad para conocer dicha realidad si no es a través de las versiones de realidad que nos llegan de ésta (Goodman 1995), entonces ¿qué significa ser postpostmoderno?

Postmodern way of thinking. Calvin & Hobbes


En este blog no encontraréis la respuesta, tan sólo las preguntas. En el mejor de los casos, algunas hipótesis. Pero no os confundáis. Los chicos de Love of lesbian dicen que «lo importante no es tener principios, es tener finales.» Nada más lejos. Si estamos aquí es porque todavía creemos en la importancia de los comienzos, y poco nos importan los finales. Y si ofrecer resistencia a la figura del tontolektor, a los mecanismos de control, a la homogeneidad, a la estupidez, y a las verdades absolutas puede considerarse como un principio, entonces sí, somos gente de principios.