dilluns, 1 d’abril del 2013

La teoría de la recepción (II)

¿Qué es y cómo se plantea?

Hans Robert Jauss (1921-1997) 
Hans Robert JAuss
Hans Robert Jauss
En «La historia literaria como desafío a la ciencia literaria» (1967), Hans Robert Jauss plantea el estudio de la historia literaria desde el punto de vista de la recepción a partir de siete tesis. Uno de los conceptos claves del autor alemán es el horizonte de expectativas, definido por Jordi Llovet (Llovet, 2007: 281) como la «suma de conocimientos e ideas preconcebidas que determina la predisposición con la que el público de cada época [y de cada geografía] acoge, y por tanto valora, una obra literaria». Según Jauss, todo ello depende de la tradición de cada género literario, la relación de la obra con otras y de la oposición entre ficción y realidad. Así, a partir de la reconstrucción del horizonte de expectativas del pasado, podremos entender como interpretaba una obra un lector de antaño. Y es precisamente a partir del conjunto de interpretaciones de una obra a lo largo de la historia que podemos llegar a entenderla, teniendo en cuenta que «el texto literario no encierra cualidades inmutables, sino cualidades que se van estableciendo progresivamente en un continuo proceso de desarrollo en el que la coactuación de aquél [el lector] es fundamental» (Acosta, 1989: 205). Es decir, la obra literaria es una estructura siempre abierta que no contiene sentidos intemporales o eternos. 















Por todo ello, se debe estudiar la historia de la literatura des de un punto de vista no sólo diacrónico sino también sincrónico, además de tener en cuenta factores extraliterarios que podemos relacionar con la historiografía general. De ahí la función social de la literatura como conformadora de una visión del mundo y en el comportamiento del lector.

Jauss también utiliza el concepto de distancia estética para aludir a «la diferencia entre las expectativas del lector y la forma concreta de una obra que puede o no presentar modificaciones» (Asensi, 2003: 672), o la idea de lector histórico, que «colabora con el acto de recepción de la obra o con los actos de recepción de otras obras en la fijación de un horizonte estético-literario, con sus experiencias de lectura y, dado el caso, con su actividad crítica» (Acosta, 1989: 19). Éste último se relaciona estrechamente con el concepto de lector implícito desarrollado por Wolfgang Iser.

Wolfgang Iser (1926-2007)
Wolfang Iser
Wolfang Iser
Si el estudio de Jauss se centraba en la historia de la recepción literaria, el de Iser se basará en la búsqueda del sentido de una obra mediante el proceso de lectura y en los procesos cognitivos que intervienen. Para exponer su teoría y explicar el proceso dialógico entre texto y lector, utiliza los conceptos de indeterminación y de espacios en blanco o «gaps». Para Iser, la obra literaria tendría una función apelativa en la medida en que se vale de una serie de mecanismos que reclaman la actuación y cooperación del lector. Según este crítico, a veces el texto «no se ajusta completamente ni a los objetos reales del “mundo vital” ni a las experiencias del lector» (apud Asensi, 2003: 678). De este modo, el lector debe acercar la realidad del texto a la suya propia, rellenando unos espacios en blanco que son, en definitiva, los que le permiten sumergirse de manera efectiva en el texto. Este proceso de concretización es, para Iser, el componente estético del texto literario, que, a su vez, debe relacionarse con el componente artístico (la creación del autor) para otorgar al texto su estatus de obra literaria.

Por esto, Iser entiende la lectura como un proceso dinámico de creación de significado(s), «un movimiento intranquilo de anticipación y retrospección» determinado por las experiencias de cada lector, además de sus saberes lingüísticos, su competencia comunicativa, etc. (Asensi, 2003: 680). Porque, de alguna manera, a lo largo del proceso de lectura, somos unos moldes que damos forma a la masa amorfa de la obra. A su vez, el que lee se ve afectado por el texto, es decir, que tal y como apuntaba Jauss, el texto influye en el comportamiento y en la manera de entender el mundo que tiene el lector. En palabras de Elena del Carmen Toriano, «la articulación entre texto-lector permite incorporar la experiencia del texto a la experiencia de vida, reaccionar en el devenir de la lectura como en la vida misma y añadir a ella experiencias ajenas, sólo existentes en el mundo del papel» (Toriano, 2007: 208). Así, se da un proceso bidireccional de influencias, en la medida en que texto y lector se significan mutuamente.

A pesar del aparente carácter polisémico de la obra literaria, el texto prevé sus diferentes interpretaciones a través de la figura del lector implícito. Así, la actividad del que lee siempre está limitada por esta «estructura de control interpretativo» del texto, un constructo teórico que se refiere a las condiciones y roles previstos para el lector. (Asensi, 2003: 681)

¿Por qué y para qué?
Esta corriente surge como respuesta a teorías miméticas como el marxismo, demasiado preocupado por el contexto extraliterario (es decir, con una focalización cerrada fuera del texto), y a teorías objetivas como el formalismo ruso o el New Criticism, que propugnan la autosuficiencia de la obra literaria (esto es, con una focalización cerrada dentro del texto).

No obstante, la integración del lector en el entramado textual no supone una innovación dentro de la historia de la teoría literaria (pensemos en la antigua retórica, el docere/delectare de Horacio, la oratoria de Cicerón...), aunque debe reconocerse que esta figura tenía un papel relegado y dependiente de otras instancias literarias (el autor, el contexto o el texto, como hemos visto antes). A partir de este momento, pues, se atenderá a la relación circular entre autor, texto y lector.

Según Luís A. Acosta, esta recuperación de la importancia del lector implica una redefinición del concepto de literatura, entendido como medio de comunicación, fenómeno histórico, realidad de carácter social y sistema de signos de estructura significativa.

Por último, cabe destacar que no se trata de una corriente impermeable puesto que se ha enriquecido con diferentes aportaciones procedentes de distintas disciplinas. A continuación se esquematizan algunas de las tendencias, autores y conceptos que han contribuido a hacer de la teoría de la recepción un cruce multidisciplinar. 

       Estructuralismo:
       Michael Riffaterre (hipogramas; arxilector)
       Postestructuralismo
       Roland Barthes (teoría de los cinco códigos; texto legible/texto escribible) 
 Umberto Eco (elementos “no dichos”; lector/autor modelo; texto abierto/cerrado; interpretación/uso)
       Stanley E. Fish (estilística afectiva; lector informado )
       Psicología y psicoanálisis
       Normand Holland (tema de identidad; sistema DEFT; suspensión voluntaria de la incredulidad)
       David Bleich (crítica subjetiva; lectura como transformación del lector) 
       Feminismo
       Judith Fetterley («resisting reader»)
       Cultural Studies
     Janet Staiger, John Fiske, etc. (relación retroalimentaria productor-producto-consumidor; lectura de mitos contemporáneos)
       Otros
       Josep Maria Castellet (oscuridad expresiva; complejidad narrativa)
       Clive Staples Lewis (lectura del “mal lector”)



Bibliografía

ACOSTA, Luís A. El lector y la obra. Teoría de la recepción literaria. Madrid: Gredos, 1989.

ASENSI, Manuel. «Estética de la recepción y Reader-response criticism», en Historia de la teoría de la literatura, vol. 2. Valencia: Tirant Lo Blanch, 2003.

BALLART, Pere. «Els estudis litearis i el lloc de la teoria literària», en ABELLAN, Joan; BALLART, Pere; SULLÀ, Enric. Introducció a la Teoria de la Literatura. Barcelona: Angle Editorial, 1997.

JORDAN, Barry. «Un viaje por la teoría literaria», Quimera (1985), núm. 51, p. 55-61.

LLOVET, Jordi [et al.] Teoría literaria y literatura comparada. Barcelona: Ariel, 2005.

RALL, Dietrich. En busca del texto. Teoría de la recepción literaria. México: Universidad Autónoma de México, 1987.

*Estas dos entradas sobre la teoría de la recepción fueron escritas con la colaboración de Tonina Villalonga y Maria Melià.

diumenge, 10 de març del 2013

El retorn de Black Mirror


Fins ara hem tractat de contextualitzar d'on venia la idea i el títol d'aquest bloc. Així, hem aprofitat el marc que ens ofereix la teoria literària per justificar la noció de tontolektor. En seguirem parlant. Però entenem que si aquest marc no ens serveix per a una aplicació pràctica no té massa sentit. És per això que volem aprofitar aquesta nova entrada per encetar l'anàlisi d'aquelles obres que considerem contribueixen a generar lectors actius, intel·ligents i crítics ―i per tant oposats al que entenem per tontolektor―, o pel contrari, ficar de relleu  aquelles creacions artístiques que des del nostre modest punt de vista ens ho donen tot tan mastegat, que fan de nosaltres uns receptors passius de sensacions i continguts.

D'altra banda, sembla pertinent esmentar que entenem els relats audiovisuals ―amb independència de la durada o el grau de ficcionalitat― com un text, i és per això que des d'aquesta perspectiva, la figura del tontolektor és perfectament aplicable a la noció d’espectador, sense menystenir les diferències genèriques entre cine y literatura.


Així, no se’ns acut una manera de millor d’encetar aquesta tasca que parlar de l’esperat retorn de Black Mirror, aquesta 
estranya sèrie britànica formada per uns pocs capítols independents i autoconclusius. Un retorn esperat i per què no dir-ho, temut. I és que els tres capítols de la primera temporada ens van deixar sense excepció un mal sabor de boca, unes sensacions perillosament contradictòries. Els motius, són evidents: Black Mirror aconsegueix reflectir que la nostra idea de progrés totalment lligada a la tecnologització de la societat, a la cada cop més submisa subordinació als poders econòmic i dels mitjans de comunicació; no ens depara un futur tan afalagador com podria semblar.

The National Anthen
Si bé és cert que el segon dels episodis, 15 Million Merits, resultava una mica decebedor després del potentíssim The National Anthen ―una narració grotesca, angoixant i cruenta, amb un no tan fictici Primer Ministre com a protagonista―, el tercer capítol de la primera temporada recuperava la força i la lucidesa del primer episodi.


15 Million Merits


No és que la crítica que es fa a 15 Million Merits dels “reality shows” i altres programes televisius del tipus “Gran Hermano” o “Operación Triunfo”, així com la visió d’una societat totalment deshumanitzada consumidora extrema de productes d’oci present en aquest capítol, no ens semble igualment necessària i trasbalsadora. Però és cert que el resultat de The Entire History of You (In Memoriam) és molt més colpidor.


En primer lloc, perquè la idea de conviure amb uns aparells capaços d’enregistrar  com una càmera de vídeo tot allò que vivim no dista massa de la realitat que ens envolta. No són els nostres telèfons mòbils magatzems de records fins a límits malaltissos? La diferència és que ací la tecnologia està totalment integrada en la corporeïtat dels individus. D’aquesta manera, la possibilitat d’esborrar o rememorar qualsevol vivència i fins i tot projectar-la als altres, esdevé una pràctica habitual. 



The Entire History of you

I tanmateix, aquest capítol mostra fins a quin punt això pot arribar a pervertir les nostres vides, fins a quin punt les conseqüències poden ser nocives, en especial pel que fa a les relacions de parella. I és que la memòria pot arribar a esdevenir un instrument ben poderós. No en va és considerada com un dels trets definitoris de l’espècie humana. Però la memòria pot implicar també un component dolorós. Ja ho deia Vicent Andrés Estellés: «Animal de records, lent i trist animal...» D’altra banda, aquesta idea d’utilitzar la tecnologia per manipular la memòria, amb tot el que això pot implicar, no dista molt de l’argument  de la pel·lícula Eternal Sunshine of the Spotless Mind de Michel Gondry, traduïda al castellà com Olvídate de mi.


El primer capítol de la segona temporada, Be Right Back, essent totalment independent, guarda una certa connexió amb The Entire History of You (In Memoriam. En aquest cas, però, la reflexió va encaminada a la manera com la nostra omnipresència en les xarxa, especialment a les xarxes socials,  pot arribar a tindre conseqüències desmesurades, fins i tot un cop després de la nostra mort. Aquest és, al meu parer, l’episodi més dur dels que he visionat fins ara. 
Be Right Back

No obstant això, darrere de la cruesa del que se’ns narra, s’amaga una certa tendresa fins ara gairebé inexistent, que ens fa empatitzar irremeiablement amb la protagonista. La volem jutjar, però no podem. No haguérem fet nosaltres el mateix al seu lloc? No vull revelar res més, només acabar amb una imatge: ella d’excursió en mig d’aquell paratge victorià...


divendres, 1 de març del 2013

La teoría de la recepción (I)

¿Qué es?
La teoría de la recepción es una teoría pragmática, centrada en el efecto que la obra literaria causa al lector y en el papel activo de éste en la producción del sentido del texto, enfatizando el punto de vista comunicativo de la experiencia literaria. 
En palabras de Dietrich Rall, esta corriente
destaca, en la historia de la crítica literaria, entre los modelos semióticos que tratan de describir la estructura de los textos poéticos, la relación comunicativa que establecen texto y lector y la evolución de la crítica frente a la evolución de los textos. Esta teoría se inscribe dentro de aquellas orientadas hacia el análisis de las funciones que cumple el lector (y la secuencia de lectores) en la concretización de los textos literarios. La lectura, la comprensión y la crítica de los textos literarios se entienden como casos específicos de comunicación, y las reflexiones e investigaciones basadas en la teoría aquí expuesta se centran en el papel del receptor durante el acto de lectura (Rall, 1987: 5).

¿Cuándo se desarrolla?
La estética de la recepción se desarrolla a lo largo de los años sesenta y setenta, aunque muchos de sus presupuestos teóricos guarden relación con corrientes precedentes. Siguiendo la propuesta de Luis A. Acosta, podemos clasificar estos antecedentes en tres grandes bloques: la sociología de la literatura, la teoría de la interpretación y la fenomenología y estructuralismo literario.

Así, dentro de la sociología de la literatura Acosta distingue entre aquella de carácter materialista (marxista), donde se incluyen teóricos como W. Benjamin, G. Luckács o K. Kosik; y la sociología empírica, representada, entre otros, por H.N. Fügen, L. L Schüking o R. Escarpit. Algunas de las ideas que de ellos heredará la estética de la recepción serán la teoría del reflejo (Kosik), la consideración del gusto estético como fenómeno social (Schüking) o la importancia de saber de qué manera se ha leído un libro para conocer su significado (Escarpit).    

Por otro lado, dentro de la teoría de la interpretación se puede distinguir la influencia de la epistemología de Dilthey (que aportará sobre todo la noción de conciencia histórica) y la hermenéutica de Gadamer. Por último, Acosta diferencia entre las aportaciones de la teoría de la comunicación, la fenomenología de Ingarden y el estructuralismo de Praga. Así, de la teoría de la comunicación, la estética de la recepción interiorizará su concepción del fenómeno literario como hecho semiológico. A partir de la fenomenología de Ingarden, se elaborarán las ideas de indeterminación y de concretización estética. Y del estructuralismo de Praga, representado por Mukarvosky y Vodicka, adoptarán ideas como la consideración del valor estético como una realidad en transformación permanente o la influencia del público.

¿Dónde y quién?
Los estudios centrados en la recepción han tenido dos focos fundamentales que han dado lugar a distintas orientaciones:
 Estética de la recepción, de tradición alemana, surgida en la Universidad de Constanza, cuyos máximos representantes son Hans-Robert Jauss y Wolfgang Iser, además de Karlheinz Stierle, Rainer Warning, Wolf-Dieter Stempel y Hans Ulrich Gumbrecht, entre otros. Entre sus textos fundacionales cabe tener en cuenta:
  • Literaturgeschichte als Provokation der Literaturwissenschaft («La historia literaria como desafío a la ciencia literaria»), Hans Robert Jauss, 1967.
  • Für eine Literaturgeschichte der Leses («Para una historia literaria del lector»), Herald Weinrich, 1967.
  •  Die Appelstruktur der Texte («La estructura apelativa del texto»), Wolfgang Iser, 1968.
- Reader-Response Criticism, de tradición angloamericana, con nombres como Gerald Prince, Stanley E. Fish, Norman N. Holland o David Bleich. Esta tendencia «és molt més heterogènia, engloba alhora estudis de caire psicològic, sociològic, retòric, semiòtic i ideològic» (Ballart, 1997: 30).




divendres, 1 de febrer del 2013

La muerte del autor

Al final ha llegado. Es difícil distinguir con exactitud el cuándo y el cómo, aunque se nos ocurren unos cuantos porqués. La figura del tontolektor se ha instalado cómodamente en nuestra sociedad, y no parece que vaya a marcharse. Seguramente no somos los únicos ni los primeros en darnos cuenta, pero necesitábamos ponerle un nombre a lo que está pasando.
Sin embargo, antes de definir este concepto, antes de centrarnos en la figura del tontolektor como una nueva instancia narrativa, creemos necesario reflexionar sobre la literatura y más en concreto, sobre el lector. ¿En qué momento pasó a importarnos? ¿Quiénes lo pusieron en el punto de mira y por qué?
Roland Barthes
Roland Barthes


Durante los años cuarenta, el auge del existencialismo puso en guardia al semiólogo estructuralista Roland Barthes (1915-1980). Así, en su primer ensayo El grado cero de la literatura (1953), Barthes reaccionó contra la alienación del lector defendida por Sartre, y afirmó que el autor sólo es creativo en la medida que busca crear un efecto sobre el lector, y éste no puede ser sino cambiante. De aquí que entendiese la creatividad  como un proceso vivo y continuo, estableciendo ciertas similitudes con la teoría de la desautomatización formulada por los formalistas rusos. 

Sin embargo, mucho antes de Barthes, podemos señalar a Nietzchse, a Marx o a Hegel, como antecedentes de esta crisis de la autoría, puesto que ellos ya auguraron la muerte de Dios y del arte respectivamente. Por otro lado, no es menos cierto que en el ámbito de la literatura, algunos poetas como Mallarmé y Baudelaire, por citar solamente algunos, cuestionaron el protagonismo del autor dando una mayor centralidad al lenguaje. Y el hecho de substituir al autor en beneficio de la escritura, viene a decirnos Barthes, implica devolverle su sitio al lector. 

Tampoco debe sorprendernos entonces la crítica de Barthes a la concepción romántica del autor, entendido como aquél que crea y da forma a la obra. Para Barthes esto convierte la lectura en una actividad pasiva, lo cual no es posible, entre otras cosas, porque cada obra literaria es susceptible de alterar su significado a través del tiempo. Se podría decir que mediante la jouissance, el texto logra establecer una serie de relaciones lingüísticas que no dependen de ninguna entidad externa. De este modo, el Lector no es el encargado de descifrar un significado previamente establecido por el Autor, sino que su propio proceso de lectura contribuye en la construcción de ese significado. De lo contrario, estaríamos imponiendo límites al Texto, obstaculizando su propia jouissance. Es por eso que Barthes afirma lo siguiente:

"Sabemos que para devolverle su porvenir a la escritura hay que darle la vuelta al mito: el 
nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor.

Y así fue como un buen día, Roland Barthes tuvo a bien matar al autorPero como suele ocurrir en estos casos, Barthes no actuó solo. Michel Foucault y Jacques Derrida también fueron responsables de esta crisis de la autoría. De hecho, Focault (1983), bajo el título ¿Qué es un autor?, desarrolló en una de sus conferencias para la Sociedad Francesa de Filosofía la necesidad de despojar al autor de su rol de artífice y la complejidad de su función. Así, Foucault advirtió que la cuestión de la autoría no siempre ha sido importante,  de hecho en la Edad Media el anonimato era habitual en la mayor parte de los textos, y es que, hasta la aparición del capitalismo y el consiguiente auge de la burguesía, no hay una exaltación de la propiedad y por tanto no tienen cabida conceptos como los derechos de autor o la propiedad intelectual. 

Quizás el auge de Internet contribuya a enterrar de nuevo estos conceptos y a poner al autor en su sitio. Aunque como veremos más adelante, no basta con darle protagonismo al lector. La cuestión es qué tipo de lector queremos ser, qué tipo de lector queremos que nos lea. 

Gun 1. New York 1955. William Klein
*Podéis leer La muerte del autor en PDF aquí:

dimarts, 1 de gener del 2013

Declaración de principios


Nadie nos ha preguntado si nos gusta vivir entre tanta incertidumbre. Quizás es por eso que a veces aspiramos sin quererlo a la unidad, echamos de menos un logos vertebrador entre tanta dispersión. Pero tenemos que reconocer que no nos sentimos del todo incómodos en esta sensación de infinitud, de obra abierta e inacabada, de construcción permanente.

Intuimos que somos post-alguna-cosa. ¿Llevas gafas? A lo mejor eres un cyborg porque estás modificando tu percepción a través de una máquina. Y si tu abuelo lleva marcapasos no se lo digas a tus padres porque a lo mejor no lo entienden, pero no cabe duda, la tecnología se inscribe en su cuerpo para poder continuar viviendo... Cyborgs, "bípedos implumes", humanos deshumanizados, quién sabe. Lo que está claro es que se llevan las corrientes post-algo: postestructuralistas, postmaterialistas, postcoloniales... Porque de eso se trata al fin y al cabo, ¿no? En eso consiste la postmodernidad, en cuestionar la modernidad, sus sombras y fracasos, y ser la alternativa, lo que viene después. Aunque cuidado, hay quien afirma que la postmodernidad ha muerto, ¿dónde nos deja esto entonces?*

Si ser postmoderno ya era una tarea bastante compleja en la medida que suponía cuestionarlo todo, deconstruir las falacias de nuestro pensamiento dualista occidental, creer en el lenguaje como herramienta que constituye la realidad (linguistic turn), y reconocer nuestra incapacidad para conocer dicha realidad si no es a través de las versiones de realidad que nos llegan de ésta (Goodman 1995), entonces ¿qué significa ser postpostmoderno?

Postmodern way of thinking. Calvin & Hobbes


En este blog no encontraréis la respuesta, tan sólo las preguntas. En el mejor de los casos, algunas hipótesis. Pero no os confundáis. Los chicos de Love of lesbian dicen que «lo importante no es tener principios, es tener finales.» Nada más lejos. Si estamos aquí es porque todavía creemos en la importancia de los comienzos, y poco nos importan los finales. Y si ofrecer resistencia a la figura del tontolektor, a los mecanismos de control, a la homogeneidad, a la estupidez, y a las verdades absolutas puede considerarse como un principio, entonces sí, somos gente de principios.